
Ya no tengo pareja.
Si, ya no tengo pareja, después de muchísimo tiempo.
Así que como todo el mundo cuando sufre una ruptura...pues estoy pasando un mal ratillo, la verdad.
Daremos gracias a la vida (y a mi madre, a.k.a positivewoman que me lo inculcó) de que la mayoría de las veces se verle el lado positivo a las cosas, o por lo menos me dio entereza para afrontar los golpes. (bueno, si, a veces me revuelco en el barro, como todo el mundo, solo que ahora no toca)
Sea por entereza, por fuerza, por positividad o por que se me da estupendamente bien resetear...no lo llevo mal, lo llevo bastante bien si apuramos.
Y un 70% (el otro 30% es porque lo he pasado realmente mal antes de la ruptura) de que lo esté llevando tan bien es porque tengo una familia y unos amigos que valen un imperio. No soy una persona fácil de tratar en estas situaciones, yo no soporto dar pena, además no soy muy cariñosa y eso la gente que me conoce lo sabe, así que hacen como sin nada, sin dramatizar. Eso está bien.
Ellos hacen cosas como mandarme fotos de sus bebés haciendo monerías, obligan a que los reyes (una de mis cosas preferidas del mundo) pasen en verano por mi casa, me regalan flores pequeñitas que me encantan, me hacen planes molones, me mandan mails porque saben que el teléfono no me gusta, o me invitan a granizada de limón con helado de fresa, sabiendo que es infalible.
Pero sobre todo, están ahí, simplemente se mantienen ahí todo el rato, y yo se en todo momento que puedo contar con ellos.
Que queréis que os diga ¡soy una tipa con suerte! ❤
Así que esta entrada va dedicada a cada una de las personas que me han hecho estar bien, ellos saben quienes son. Gracias. De verdad.